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Los tejedores mayas se oponen al robo corporativo de sus patrones

Las tejedoras indígenas de Guatemala están tomando medidas contra una industria de la moda que ha explotado sus patrones y símbolos culturalmente significativos ya menudo sagrados copiándolos y usándolos para sus propios fines comerciales. El Movimiento Nacional de Tejedoras Mayas está integrado por aproximadamente 30 organizaciones de 18 comunidades lingüísticas de Guatemala, liderado por la Asociación de Mujeres para el Desarrollo de Sacatepéquez (AFEDES). Hasta ahora, incluso han presentado un proyecto de ley para proteger sus creaciones textiles y, por lo tanto, su propiedad intelectual.

Hace un año, en mayo de 2016, las tejedoras presentaron una demanda ante la Corte Constitucional de Guatemala, cuestionando la constitucionalidad de la omisión de normas que protegerían las creaciones textiles mayas. La presentación de un nuevo proyecto de ley en el Congreso hace unas semanas es lo siguiente donde sus derechos colectivos de propiedad intelectual son reconocidos bajo la ley guatemalteca.

“Necesitamos proteger nuestro conocimiento textil de la misma manera que protegemos nuestros territorios”, dice Angelina Aspuac, tejedora de AFEDES y estudiante de derecho, citada por Intercontinental Cry. Para ella, “la protección de la propiedad intelectual es una dimensión fundamental de la autonomía”.

El proyecto busca reformar cinco artículos legales sobre la Ley de Derechos de Autor y Derechos Conexos, la Ley de Propiedad Industrial, la Ley de Protección y Desarrollo de la Artesanía y el Código Penal y tiene dos objetivos: En primer lugar, el reconocimiento de una definición de la noción intelectual colectiva. propiedad, que se vincula con el derecho de los pueblos indígenas a administrar y gestionar su patrimonio. En segundo lugar, deberían ser reconocidos como autores, en cuyo caso automáticamente se beneficiarían de las leyes de propiedad intelectual vigentes.

Además, reconocer a las naciones indígenas como autores al mismo nivel que las personas naturales o jurídicas significa que estas últimas tendrían que pagar regalías a las comunidades que elaboran los artículos mayas tejidos a mano si obtienen ganancias de su exportación. “Somos artistas”, explica Angelina Aspuac. «Las personas son los artistas y los autores. Lo que estamos pidiendo es que los pueblos indígenas, no solo individuos o asociaciones, sean reconocidos como sujetos colectivos”.

Los diseños mayas son más que hermosos diseños: son identificadores culturales de varias comunidades mayas. Su ornamentación y patrones no son solo signos de pertenencia, sino que también tienen una función mágica y simbólica. «Tomar prestado» este simbolismo con fines de moda, como sucede repetidamente, no solo es un robo de propiedad intelectual, sino también una afrenta a la sensibilidad cultural de los afectados.

“Luchamos para que nuestro oficio no acabe. Pedimos que no se lleven nuestras obras a otros países para ganar dinero y también que no vengan otros países a llevarnos [weavings], como siempre solían venir; y siguen viniendo, no paran. Ahora hay máquinas que vienen de China y Taiwán para hacer nuestras telas. Pedimos a las autoridades que respeten nuestra identidad”, dice Floratina, una tejedora indígena Kaqchikel de 81 años de la comunidad Santo Domingo Xenacoj, según Hacia la Libertad. Ha estado tejiendo durante 70 años de su vida y viajó a la ciudad de Guatemala en noviembre pasado con cientos de otras mujeres tejedoras para exigir leyes de propiedad intelectual que protejan la propiedad intelectual colectiva.

“Hay una fuerte apropiación de nuestros diseños y textiles”, confirma Aspuac en declaraciones a Truthout. “No es solo el gobierno, es más que eso, son las empresas las que están haciendo bolsos, zapatos y cinturones con nuestros diseños, sin respetar cómo vemos estas piezas en nuestras comunidades ni qué significan en nuestras comunidades. Hay elementos de nuestra vestimenta que son sagrados, que tienen un significado espiritual, y otros que solo se usan en ceremonias o por líderes espirituales en nuestras comunidades”.

En 2011, el diseñador de moda guatemalteco Giovanni Guzmán indignó a los líderes mayas de todo el país cuando usó la ropa sagrada y tradicional de los líderes espirituales masculinos de la ciudad maya k’iche’ en las montañas de Chichicastenango para Miss Guatemala en el concurso de belleza Miss Universo.

Pero no es solo el diseñador local el culpable de esta afrenta cultural: la diseñadora francesa Isabel Marant, que puede haber encontrado inspiración para sus colecciones en numerosas tribus de todo el mundo, tuvo que defenderse hace casi dos años, en junio de 2015, contra acusaciones de plagio de una comunidad indígena mexicana por los motivos encontrados en una blusa, vestido y falda de su colección Primavera/Verano 2015, que la comunidad oaxaqueña dijo que era una copia directa y descarada de su vestimenta tradicional.

Fotos: Mujeres tejedoras sosteniendo su propuesta; creando un diseño tradicional /AFEDES

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